Резюме: | Por primera vez en la historia, un presidente se enfrenta a ser recusado por segunda vez en el Congreso de Estados Unidos mediante el proceso del
impeachment
. En una decisión insólita, al menos cinco diputados republicanos han dicho que votarán a favor de censurar a Donald Trump en la Cámara de Representantes, el paso previo a la destitución definitiva, que ahora recae sobre el Senado. El mandato de Trump se acaba el 20 de enero a mediodía.
La resolución del impeachment que en este momento debaten y después votarán los diputados afirma que «el presidente Trump puso en grave peligro la seguridad de Estados Unidos y sus instituciones. Amenazó la integridad del sistema democrático, interfirió en el traspaso de poderes y puso en peligro otra rama de gobierno. De ese modo, traicionó la confianza depositada en él como presidente, en perjuicio manifiesto del pueblo de EE.UU.» El único cargo contra el presidente es de «incitación a la insurrección».
Un momento del debate del «impeachment» en la Cámara de Representantes
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Efe
Es crucial que haya dicho que se suma a los demócratas una grupo de republicanos rebeldes que se ha plantado ante Trump, comandados por Liz Cheney, hija del exvicepresidente Dick Cheney, quien dijo antes de votar para censurar a Trump que «el presidente de EE.UU. convocó a esta turba, reunió a la turba y encendió las llamas de este ataque. Todo lo que siguió fue obra suya. Nada de esto habría sucedido sin el presidente».
Cheney, que va ganando enteros para liderar el partido en el futuro, añadió: «Nunca ha habido una traición mayor por parte de un presidente de EE.UU. a su cargo y su juramento a la Constitución». Se le sumarán otros conservadores como John Katko de Nueva York y Adam Kinzinger de Illinois.
Antes, la presidenta de la Cámara de Representantes, la diputada demócrata de California Nancy Pelosi, dijo que «los hechos son muy claros: el presidente invitó a este ataque sedicioso». Dirigiéndose al otro lado de la bancada, Pelosi añadió: «Animo a mis colegas republicanos a que abran los ojos y hagan que rinda cuentas este presidente».
A diferencia del impeachment del año pasado, abierto por las presiones de Trump a Ucrania para que el gobierno de ese país interfiriera para investigar unos polémicos negocios millonarios de la familia de Joe Biden, en esta ocasión la Casa Blanca no ha armado una defensa legal. Es más, la presidencia está en silencio, sin haber trabajado una ofensiva para proteger al presidente saliente.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, durante el discurso del 6 de enero
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Reuters
Tampoco está muerta de entrada la destitución en el Senado. La razón es que en otra decisión insólita en un tiempo ya de por sí sorprendente, el equipo del poderoso líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, ha filtrado a varios medios norteamericanos que este no va a bloquear el juicio político, y que deberá leer los cargos con atención.
No parece perdonarle McConnell a Trump que les costara no sólo la Cámara y la presidencia, sino también el Senado en la segunda vuelta de las elecciones en Georgia mantenida el día antes del saqueo del Capitolio. Dicen algunos republicanos que Trump quería que los republicanos perdieran el Senado para decirles después que «conservar la presidencia es más importante que nunca», algo que de hecho dijo en redes sociales.
Este histórico repudio del presidente obedece entre otras cosas a que diera un mitin ante la Casa Blanca el seis de enero negándose a aceptar su derrota en las elecciones e invitando a sus seguidores a rodear el Congreso. Lo hicieron, y lo saquearon, algo que le costó la vida a cinco persona. Ahora el FBI ha identificado a más de 100 personas implicadas que organizaron un asalto que se investiga como una insurrección.
El martes de noche, la Cámara aprobó una resolución instando al vicepresidente, Mike Pence, a que declarara a Trump incapaz y asumiera la presidencia en funciones. Pence se opuso porque, dijo en un comunicado, no cree que deba emplear los mecanismos constitucionales de inhabilitación de un presidente «como un medio de castigo», ya que estos están reservados para casos de incapacidad médica o mental. Pence cree que hacerlo supondría además «dividir aún más e inflamar las pasiones del momento».
La masa enfurecida que asaltó el Capitolio lo hizo minutos después de que este se negara a invalidar los resultados electorales en un pleno conjunto de las dos cámaras del poder legislativo. En un momento, los asaltantes gritaron: «Ahorcad a Pence». Antes el presidente había llamado a Pence «cobarde» en redes sociales.
Sólo si el Senado aprueba la destitución de Trump, puede abrirse la vía para que el presidente saliente no se vuelva a presentar a unas elecciones. Para ello, deben votar a favor de expulsarle dos tercios de los senadores. Tras las elecciones en Georgia, cada partido tiene 50 escaños en esa Cámara Alta. |